lunes, 27 de mayo de 2013

Ich bin nicht ich.


     Este tipo de cuestiones se despiertan muy frecuentemente en mi cabeza. Pero suelo ignorarlas, porque termino diciéndome-más para complacerme que para otra cosa- que solo son ideas mías; y que, si bien seguro hay gente que lo piensa, deben existir excepciones.

     Pues bien, me harté. Me harté de la mentira, del engaño. Estoy cansada de que me subestimen, me ridiculicen, y me hagan pasar por idiota. En algún momento creí que de verdad tengo letreros luminosos que dicen "Ríanse de mí", "Cáguense en mí" y "Jueguen conmigo".  Ahora estoy segura. No sé si esos carteles están en la amabilidad que ejerzo cuando me presento, en la sonrisa de "se puede confiar en mí" con la que camino, o en la ternura que implica mi baja estatura. Realmente no lo sé. Solo puedo dar fe de que nada ni nadie logra tomarme en serio. Se aprovechan de esa gentileza, de la sonrisa y la confianza,  afirman tenerme afecto, valorarme... ¿Y luego? Quizás porque saben que voy a perdonarlos se dan el lujo de cometer faltas contra mi persona. Pero estoy hastiada de todo eso. Y ni siquiera puedo permitirme comportarme de otra manera, porque me duele herir a otras personas.

     Detesto lo blanda que soy. Esto que Himeko vuelca sobre mí todo el tiempo. Aborrezco confiar, depositar, entregar todo en alguien, y que luego crea que puede mantenerme engañada todo el tiempo. Tengo la maldita costumbre de enterarme de todo. No sé, siempre lo consigo. Y no saben cómo duele saber que te están ocultando algo, y fingir una sonrisa SOLO PARA QUE ESA PERSONA NO SE SIENTA MAL. Sí, así como lo leen. ¿Pueden creerlo? Porque yo no. Si pudiera cambiar algo en mi forma de manejarme, sería eso.

     De alguna forma u otra, pienso que creo que soy más de lo que en realidad soy. Y las personas a mi alrededor, esas que me engañan, se empeñan en resaltar lo grandioso de mi ser. Yo lo termino creyendo. Pero, obviamente, nada dura para siempre. Voy a ser eternamente la pibita, la estúpida niña con complejo de sentirse adulta y superior a los demás (esas son palabras de mi madre). Me duelen demasiado las decepciones. Más que a cualquier otra persona. Porque se dan desde que soy tan pequeña. Si de verdad soy fácil de engañar, traten de no divertirse con eso. No es muy lindo, y no habla bien de ustedes.
Necesito una persona en quien confiar. Y QUE ME DEVUELVA ESA CONFIANZA. Pero aquí estoy nada más yo, y bueno... mis estúpidas dos variantes mentales. Que no ayudan demasiado, por cierto. Mientras Aika quiere ir, gritar, golpear y preguntar por qué solo  hay una delgada superficie de su confianza que me recubre; Himeko quiere fingir que todo está bien, y llorar en silencio.
   
     Repito esto desde que tengo seis años: cumpliré la mayoría de edad, me iré, y no volverán a saber nada de mí. Al parecer, ya desde esa edad sabía lo que deparaba el destino para mí. Solo espero que, cuando llegue el momento, mi lado bueniestúpido no sigan dejándose pasar el trapo por la cara.


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