sábado, 16 de mayo de 2015

Tiempo al tiempo.

Daño al daño, también.

Es un problema no poder empezar una línea. En cualquier círculo de la vida social, si no disponés de las palabras elementales para iniciar un acercamiento o una historia, los pasos subsiguientes se verán trastocados, inconexos, pendientes de un cierre.
     La soledad no es solo la falta de compañía, sino de comprensión, de cariño. Soledad es no poder abrazar al dueño de tus abrazos. Es llorar en un hombro que no te pertenece, sonreír risas sin eco, besar de lejos un amargo sabor conocido.
    ¿Y extrañar? Es ver desaparecer entre tus dedos la luz del sol al atardecer. Es no recordar el candor de una caricia que se sentía tan bien. Es desvivirte en pensamientos inconclusos, llameantes y desoladores que jamás serán atendidos.
      Como olvidar. El olvido que no ejercita la pasión sino amarga de lo que fue querer. Que destroza lo que está lejos. Ese olvido que solo llora al inicio, y al final es alivio. Que no tiene razones para ser, pero aún así avanza.
     Y amar. Amar es todo lo que hago yo.

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